La batalla que viene. Por Mario Alberto Macías Andrade.

“Al parecer, la guerra sucia desatada en contra del dirigente sindical de los burócratas, Martín Flores Castañeda, tiene varias propósitos y un origen…,” escribe Mario Alberto Macías.

La batalla que viene

Por Mario Alberto Macías Andrade

Al parecer, la guerra sucia desatada en contra del dirigente sindical de los burócratas, Martín Flores Castañeda, tiene varias propósitos y un origen: el interés de la gobernadora Indira Vizcaíno por controlar el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (STSGE), como pretendió hacerlo en su momento durante el proceso de renovación de la dirigencia sindical de la sección 39 del SNTE.

En ese origen, uno de los propósitos que más salta a la vista es el de poner a un dirigente sindical a modo, que no le represente mayores problemas para evitar otorgarles a los trabajadores el indispensable incremento anual que les restituya su poder adquisitivo (hoy perdido por una inflación que ya casi alcanza el 8%).

Otro de esos propósitos, es el que la gobernadora y miembros de su gabinete puedan tener la posibilidad de poco a poco ir quitándoles a los trabajadores sindicalizados las conquistas y beneficios laborales ya ganados, y que gobiernos anteriores les habían respetado y reconocido a la base sindical. Todos los gobiernos anteriores, excepto el de Ignacio Peralta, de delincuencial memoria, que incluso llegó al impago de las quincenas no solo de los trabajadores burócratas, sino incluso de trabajadores de otros organismos e instituciones importantes y necesarias del estado, como la Universidad de Colima.

Pero ese pillo que fue Peralta Sánchez, (al parecer protegido por la gobernadora Vizcaíno) se topó con un dirigente como Martín Flores que no solo no le sirvió de comparsa, sino que lo combatió a fondo, y hasta le encontró la solución a la falta del “salario sagrado” de los trabajadores en aquella histórica petición del líder sindical al presidente López Obrador, que culminó felizmente con la regularización de las quincenas a las y los trabajadores. Y en eso, hasta Indira, entonces gobernadora electa, se vio beneficiada al quitarle un momentáneo dolor de cabeza.

Retomo el origen del conflicto: se sabe por vecinos que les vieron hace aproximadamente un poco más de un mes, que el padre de la gobernadora, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, se habría reunido con el exdirigente Víctor Vázquez Cerda para fraguar la sucesión a modo, en la persona de Sergio Fuentes Mendoza. Coincidentemente, justo después de ese encuentro secreto, se contrató a una empresa local de marketing que fue quien dio inicio a la guerra sucia contra Flores Castañeda. Luego, como parte de ese mismo lodazal, se sumaría el innombrable Héctor Sánchez de la Madrid, un ex empresario del periodismo de ingrata memoria, que debería ser llamado a cuentas por las autoridades para que explique su ofensiva riqueza. Baste recordar el famoso y de mal gusto “Palacio del Chayote”, que ya tiene tiempo a la venta y nadie quiere comprar (tal vez por su no tan claro origen).

El gobierno estatal, personeros y funcionarios, desde su llegada al poder han buscado mermar la fuerza de la clase trabajadora sindicalizada, en una inconcebible desmemoria a su propio origen, y en un claro fallo a su declaración de principios. En especial, van contra los que no se alinean a ellos (lo cual sería un contrasentido, pues nunca se ha visto que el patrón esté del lado del trabajador, aunque así lo aparente), como son los evidentes casos del SNTE 39, ante cuya elección, la víspera, el padre de la gobernadora declaró que apoyaba a la planilla que a la postre resultaría perdedora, afortunadamente para los trabajadores de la educación.

Ahora la arremetida intervencionista de esos mismos personeros y funcionarios es contra los y las trabajadoras al servicio del gobierno del estado. Cifran ellos sus esperanzas en Sergio Fuentes, un trabajador sindicalizado que juega golf, se pasea por el mundo, se da vida de lujo y es amigo íntimo de Héctor Sánchez de la Madrid y de Ignacio Peralta Sánchez, apoyados por un Víctor Vázquez Cerda que, le aseguro a usted amable lector, si le hurgan un poco a su pasado no le encontrarán mucho de bueno.

No estoy en posibilidad de ver el futuro, pero sí podría adelantar que en esta guerra intervencionista en la vida interna del STSGE, así como sucedió con la renovación del SNTE 39, la gobernadora, su papá, funcionarios y personeros de ocasión se enfrentarán a un dirigente que está dispuesto a ir hasta sus últimas consecuencias para defender a sus trabajadores y trabajadoras, mismos que lo defenderán con igual ahínco. Al tiempo.

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