Música de Colima: sones con amor a las mujeres y a la región

El género tradicional más representativo de Colima es el son, que llegó a la región a finales del siglo XIX proveniente del sur de Jalisco. El son colimense comparte unidad estilística y repertorio con el que se toca en las áreas circunvecinas de Jalisco y Michoacán. 

Sin embargo, la interpretación y difusión del son colimense corre a cargo de lo que se conoce como mariachi de arpa, una variante del mariachi tradicional donde la trompeta es sustituida por el arpa, con lo cual los matices sonoros de las melodías adquieren una dimensión muy particular.

Temáticamente, el son colimense tiene dos vertientes fundamentales: el amor a la mujer y el amor a la región. Entre los títulos más conocidos que abordan la primera podemos citar Las comaltecas, La higuera, La maquinita, El pasacalle El palmero, mientras que en la segunda se encuentras piezas como El colimote, Colima linda y, sobre todo, Camino real de Colima. Otros sones populares son El perico loco, La iguana de Tecomán Los morismas.

También suelen bailarse, en ferias y carnavales, piezas como La danza del gallito, un zapateado en el que los bailarines llevan ropas brillantes y coloridas para emular el plumaje de los gallos de pelea y donde se imitan los movimientos de “provocación” de estos animales antes del fatal encuentro (por ejemplo raspar el suelo con los pies, hinchar el pecho y mover el cuello de un lado a otro retadoramente).

Y danzas que guardan una estrecha relación con temas de la época colonial, como La danza de los capotes, donde se hace manifiesta la dualidad del sincretismo religioso que tuvo su origen con la Conquista, La danza de los morenos, un baile exclusivo del pueblo de Suchitlán donde los bailarines portan una tosca vestimenta de yute y cubren sus rostros con máscaras artesanales de madera que representan diversos animales para brindar una representación de la historia del arca de Noé, o La danza de los apaches, que gira en torno a la llegada de los españoles a México y donde los bailarines visten un penacho adornado con imágenes hechas con lentejuelas, chaleco y taparrabos también adornados con lentejuelas, y arcos con una flecha.

Por su parte, la bailarina que interpreta a la Malinche lleva un tocado con lentejuelas, una sonaja de lámina y, en la mano izquierda, una cruz. Generalmente los instrumentos con que se acompaña esta danza son un tlapilzalli (que es una flauta prehispánica de dos orificios) y un tambor redondo.

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